Este Sábado pasado, de madrugada aquí en España, le robaron en EE.UU. el mundial del semi-pesado a nuestro compatriota Gabriel Campillo, o al menos así indican todas las crónicas que leí e incluso el twitter de Oscar de la Hoya. Las aleatorias puntuaciones de los jueces y la importancia del lugar donde se realice el combate es lo único que me desagrada del noble arte.
Esa misma noche también se celebró un combate por el título de los pesados de la WBC. Se enfrentaban el campeón, el ucraniano Vitali Klitschko, y el británico Derek Chisora.
Ganó Klitschko, por decisión unánime. Chisora es arrogante y maleducado, y aunque pueda parecer contradictorio puedo afirmar que perdió por un golpe claro y limpio que le dió al ucraniano. Pero no durante el combate, se lo dio un día antes, en la presentación del combate, durante el pesaje. En el momento de hacerse la foto juntos enfrentaron sus cabezas como dos cabestros y Chisora le lanzó un guantazo al campeón. Rápidamente fueron a separarles. La suerte estaba echada, la afrenta pública al campeón tendría su respuesta en el combate, bravucón y deslenguado fuera, perdedor en el ring.
Pero no acabaron ahí las azañas de Chisora, en la rueda de prensa posterior al combate se lió a mamporros con el boxeador retirado David Haye. Posteriormente fue detenido y ahora está en estudio el quitarle la licencia y que no vuelva a boxear más.
Así debiera ser, el problema es que quedará suelto para el resto de humanos.
Klitschko ayúdanos.
"¿Qué esto es un guantazo?, lo sacáis todo de madre."
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