martes, 15 de noviembre de 2011

LA INCREIBLE HISTORIA DE LA ROPA MENGUANTE

Desde hace un par de años mi prodigioso, mitico y escultural físico va cogiendo volumen y perdiendo tonicidad y firmeza.
La razón es la vida acomodada y feliz. Tengo grandes tragaderas que me permiten increibles ingestas de comida, acompañadas estas de sedentarismo conllevan el aumento de peso y el paulatino estrechamiento de mis ropas.
Por mi parte asumo esta situación. Pero no es más cierto que mi santa y adorable esposa cual 'jíbara' del vestimento está dando su granito de arena para que mis ropajes de antiguas temporadas empiezen a quedarme de un ceñido que no sea de agradable visión en mi actual estructura.
Un ejemplo claro lo he vivido hoy a las 07.30 horas, cuando me vestía para ir al curro me he colocado una de mis camisas favoritas, conforma subía botones iba sintiendo presión por mi abdomen, "que raro, si esta camisa hace diez día no me estaba apretada, da igual, me queda bien". ¿Pimpim, te queda bien?, cuando me he acercado al espejo del baño he contemplado un imagen dantesca, faltaba abrírmela tres botones, hacerme un nudo con la parte baja de la camisa a la altura del ombligo y cogerme una maracas.
¡Merengue!



Al menos mi Derbi Variant no se me ha quedado pequeña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario