miércoles, 23 de noviembre de 2011

YO NO DURO TANTO


Hace meses escribía aquí sobre mi vecino que tocaba el piano, era joven y admiraba su arte y perseverancia. Pues su arte y perseverancia deben de haber partido hacia otros lares porque hace semanas que no le escucho y una nueva familia se ha trasladado a nuestro edificio, creo que al piso donde vivía Richard Clayderman Jr.
Como toda mudanza llevan con ellos ruidos y multitud de movimientos sobre nuestras cabezas. Mi estricta comunidad lleva incorporada legislación propia para la regulación a la hora de hacer ruidos. A día de hoy los nuevos vecinos se están pasando el horario por el arco parlamentario, pero lo que más me sorprende es que se pueden pasar horas con el taladro. No lo entiendo, yo cuando taladro mis paredes o hago ruido que pueda molestar a mis vecinos me da la sensación de no hacerlo más de dos o tres minutos, en cambio esta familia lleva días taladrando durante horas las paredes. Si dentro de unos días inauguran un museo pictórico no me sorprenderan, llevan hechos agujeros suficientes como para colgar la obra completa de Goya.
Algo similar me pasa en el médico de cabecera, siempre tengo la sesación que los pacientes que entran antes que yo están quince o veinte minutos en la consulta y cuando entro yo me despachan en dos minutos. "¿Ya está?, ¿un simple resfriado?, présteme más atención que llevo aquí un segundín, pregúnteme si fumo, mis hábitos de vida. Venga, le dejo que me explore la próstata"
Será nuestro secreto.



No, esta Goya no es la que le suministra cuadros a mis vecinos.

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