viernes, 2 de septiembre de 2011

INVASION EN LA GRANJA

Hace unos pocos años ese gran actor, de tamaño, llamado Steven Seagal tuvo la fortuna de encontrarse con la lampara maravillosa, su primera idea fue la de destruirla, chafarla, convertirla en un amasijo de hierros, lo que suele hacer por costumbre con todo aquello que no le cae en gracia.
Alumbrado por la buena conciencia decidió frotarla ayudándose con uno de esos chaquetones-blusones tamaño XXXXXXXL que gasta hace tiempo, sorpresa la suya fue descubrir que de ella salió un Genio nebuloso, su primera idea fue la de romperle los brazos, a continuación romperle las piernas y si veía que aún así el sujeto era peligroso romperle el cuello. Debido a lo escurridizo del morador de la lámpara decidió darle turno de palabra. Este aún asustado ante el elemento que le había tocado beneficiar le informo de que podía pedir un deseo , "peculiar hombre pídeme un deseo y te será concedido".
Steven, hombre más de acción que de pensamientos y palabras, tras un sumo esfuerzo recordó que acababa de adquirir un juego completo de túnicas en desuso de Rappel y que John Travolta hacía unos días le había enviado sus mejores diez pelucas por lo que no encontraba un deseo que pedir. Hasta que en memoria del 'vengaciero' Charles Bronson recordó un viejo sueño, "ya lo sé Genio, quiero un programa de televisión donde pueda impartir justicia de manera unilateral y sin ponderación ni proporcionalidad alguna".
"Tu deseo sea concedido",  le respondió el Genio a la par que pensaba que con menudo animal de bellota había topado.
Y así es, Steven Seagal tiene un programa llamado 'Steven Seagal: hombre de Ley". En el mismo él y su equipo acompañan a sheriff Joe Arpaio en actuaciones policiales de todo tipo. En una de las últimas acudieron a una granja donde creían que se realizaban peleas ilegales de gallos, Stevie y sus amiguitos entraron repartiendo leches a todo gallo que se encontraban y dispararon a un cachorro de perro. Murieron cerca de cien gallos y el pobre perro. El dueño de la granja pide 100.000$ de indemnización por los daños causados y por la entrada ilegal en su propiedad privada, además de que no se encontrara pista alguna de que allí se celebraran peleas de gallos.
Lo más triste es que el pobre niño Bobby está desconsolado por la muerte de su perro Skippy.
Los nombres del niño y el perro son intercambiables.



"¿Derechos?, ¿inocencia?, ¿juez?, mi no entender, ¡tú sospechoso de algo!"






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